La moda circular crece como respuesta al fast fashion. Te contamos qué es, cómo funciona y por qué cada vez más personas eligen consumir ropa de forma consciente.
Comprar menos, elegir mejor y darle más de una vida a la ropa. Así podría resumirse el espíritu de la moda circular, una tendencia global que empieza a consolidarse como una forma más consciente — y más creativa — de vincularnos con lo que usamos todos los días. Lo que comenzó como una corriente alternativa, hoy toma fuerza en ferias, emprendimientos locales, plataformas digitales y en el cambio de mentalidad de los propios consumidores.
A diferencia del modelo tradicional de la industria textil, que sigue el patrón de “producir, consumir, descartar”, la moda circular propone alargar la vida útil de las prendas. Esto puede suceder a través del intercambio, la compra de segunda mano, la reparación o incluso el rediseño. La lógica es simple: cuanto más usemos una prenda, menor será su impacto ambiental. Y eso, en una industria que genera más del 10 % de las emisiones globales y millones de toneladas de residuos cada año, importa.
En Uruguay, este cambio ya se empieza a notar. Las búsquedas online de ropa usada aumentaron. Al mismo tiempo, las ferias americanas —desde Villa Dolores hasta las del Parque Rodó— se llenan de público joven que recorre percheros con otra mirada: buscando prendas únicas, accesibles, con historia. Las plataformas digitales también juegan su parte. Mientras que en Instagram y WhatsApp proliferan los showrooms de ropa curada, los grupos de trueque y los perfiles que promueven el consumo circular.
El diseño local también se suma con propuestas interesantes. Emprendimientos trabajan con materiales recuperados, aplican técnicas de upcycling o diseñan bajo principios de residuo cero. Algunas piezas se reinventan a partir de jeans descartados; otras, con retazos de telas en desuso. En todos los casos, hay una intención clara de repensar qué significa “estrenar” y de rescatar el valor del trabajo artesanal.
Claro que no todo es tan simple. La moda circular todavía enfrenta barreras reales: desde la falta de regulación y trazabilidad, hasta los precios más elevados de las marcas sustentables, que muchas veces se escapan del bolsillo promedio. También está el desafío de romper con el hábito cultural del consumo rápido, donde la novedad prima sobre la durabilidad. Y, por supuesto, está el greenwashing: esa estética verde que algunas marcas adoptan sin modificar en serio sus procesos productivos.
Aun así, algo está cambiando. La moda circular no promete soluciones mágicas, pero sí ofrece un camino posible para reducir el impacto de lo que consumimos sin resignar estilo. Se trata de pensar antes de comprar, de alargar el ciclo de vida de cada prenda, de entender que lo que vestimos también comunica nuestros valores. En un contexto donde cada decisión cuenta, esta forma de vestir puede ser también una forma de actuar.
Fuente no disponible.

